El panorama económico en Colombia desde el inicio de la pandemia se ha visto fuertemente impactado por la disminución en la actividad económica, lo que ha generado impactos tanto en la demanda como en la oferta de bienes. Por ejemplo, durante el segundo trimestre del año se presentó una caída histórica del producto interno bruto de Colombia cercana al 16,5%. Así mismo, en respuesta al confinamiento, el deterioro en el mercado laboral también ha sido significativo y un número elevado de trabajadores pasaron a la inactividad.
De igual forma, a nivel mundial a causa de la pandemia se han presentado disminuciones en los precios, donde Colombia no está exenta. A julio, lo niveles de inflación anual llegaron al 1,97%, descendiendo más de lo esperado por el mercado y el IPC de Julio fue de 0,0% un nivel que no se veía desde agosto de 2005.
Estas diminuciones en el nivel de precios se deben principalmente a los alivios de precios decretados por el gobierno para sostener el poder adquisitivo de los hogares durante la emergencia sanitaria. Así mismo, el congelamiento de los cánones de arrendamiento y las tarifas de servicios públicos, la disminución del precio del petróleo, entre otros fueron los factores que más jalonaron a la baja el nivel de precios de la economía.
Además, el equipo técnico del Banco de la República concluyó que la debilidad de la demanda y los alivios en precios, impidieron que la depreciación acumulada del peso frente al dólar en el primer semestre se reflejara en la inflación[1].
En cuanto a los niveles de inflación para el segundo semestre del año, se prevé que estos continúen disminuyendo de manera paulatina en consecuencia a la presente debilidad en la demanda de los hogares, las bajas presiones de costos laborales, la disminución a nivel global de los precios del crudo, la reducción transitoria en algunos impuestos indirectos, la congelación de precios de ciertos bienes, entre otros.
¿Qué implicaciones puede traer una disminución en la inflación para los colombianos?
La principal tarea del Banco de la República es mantener el poder adquisitivo del peso y que este esté en concordancia con la política económica del momento. De esta manera, el Banco mantiene una meta de inflación del 3%, nivel según la cual la producción y el empleo se maximizan. Sin embargo, la estrategia de inflación del Banco es flexible lo que significa que permite tener un balance entre la meta y los ciclos económicos. De esta forma, el Banco mantiene un rango objetivo de inflación entre el 2% y el 4%.
Aunque la inflación actual no se encuentra por fuera del rango meta, el Banco de la República ha realizado disminuciones a la tasa de interés de política monetaria para poder reactivar la economía y la demanda de bienes.
Las disminuciones en la tasa de interés que el banco ha llevado acabo generan un efecto transitorio en las tasa de interés a la cual los bancos prestan dinero a los ciudadanos. Y, aunque las tasas de captación de los bancos comerciales no reaccionan de forma inmediata a estos y se demoran entre 4 y 5 meses en hacerlo, las disminuciones en tasas buscan generar un incremento en el consumo de los hogares, impulsando así la producción y por tanto el empleo.